Salmo 46:1
Estos días he pensado mucho en la palabra, “aunque”. Esta es una conjunción que utilizamos cuando queremos expresar la existencia de un obstáculo real, pero a paso seguido, manifestamos lo que deseamos ser o hacer, a pesar de tal dificultad.
Una afirmación como la que expresa el salmista cuando dice que: Dios es nuestro amparo y fortaleza, por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida; o según aparece el Salmo 23: “Aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”; y de igual manera como se reafirma el profeta Habacuc; “Aunque la higuera no florezca y en las vides no haya frutos…con todo, yo me alegraré en Yavé, y me gozaré en el Dios de mi Salvación.”
Cada una de esas expresiones apuntan hacia la confianza y la certeza de la presencia de Dios en medio de situaciones difíciles. Ninguna de ellas se da como consecuencia de la eliminación de la dificultad. Tampoco conllevan una peticiónpara que el camino que está por transitarse o la hora que está por vivirse, sean cambiadas a nuestro favor. Mucho menos plantean una negociación o un trueque, para no tenerse que vivir lo que parece ineludible. ¡Todo lo contrario! La postura es de confianza, en medio de la dificultad; de seguridad, en medio de la incertidumbre; de paz, en medio de la tormenta.
Sé que para muchos/muchas, esta situación que venimos experimentando desde hace unos días, es como revivir una vez más los momentos más duros del huracán María, con el agravante añadido, que, en este caso, no es un huracán que nos permite prepararnos, sino, un terremoto que vieneacompañado de réplicas, que son temblores impredecibles que causan ansiedad y perturbación.
Por eso este es el momento de recordar y hacer uso de esta importante conjunción, “Aunque”. Sí mis hermanos y hermanas; aunque la tierra tiemble, sabemos que Cristo, nuestra Roca, nos mantiene firmes en la confianza que en Él está el sosiego para enfrentar este momento con calma y tranquilidad. De igual manera, Aunque, nos salgan al paso esos que insisten en confundir y amedrentar, no caiga en sus engaños. Lo que está sucediendo no es un castigo de Dios, ni tampoco es una advertencia divina.
Esta naturaleza que Dios creó está viva, se mueve, se cambia y se transforma de muchas maneras. Los seres humanos no siempre comprendemos esto y por lo tanto actuamos como si el mundo que Dios creó fuese algo estático; más aún, pensamos que somos los/las que dominamos al mundo, en lugar de reconocer que, a lo que hemos sido llamados y llamadas es, a ejercer una buena mayordomía de todo lo creado.
Así que, ejerce el dominio propio, actuando con calma y responsabilidad. Practica la solidaridad, ayudando en todo lo que puedas a las demás personas, y no sólo a los tuyos. Y sobre todas las cosas, confía en Dios, pues, Aunque la tierra se estremezca y la naturaleza actúe de maneras que no puedes predecir ni controlar, Dios ha sido, es y seguirá siendo, nuestroamparo y fortaleza y nuestro pronto auxilio, y, por tanto, No Temeremos, pues aún esto pasará, pero el amor y la misericordia de Dios perduran para siempre.
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