Ya comenzamos el tiempo de la Cuaresma. Este un tiempo litúrgico de preparación y de reflexión que celebran de diferentes maneras las Iglesias católicas, ortodoxas y algunas iglesias protestantes. Comprende, por razones simbólicas, los 40 días previos a la pasión de Cristo y entre otros, se asocia al número de días de ayuno de Jesús en el desierto como preparación para el comienzo de su ministerio.
La cuaresma, se caracteriza por promover una postura de entrega y sacrificio, para representar el sacrificio de Jesús y reflexionar en su entrega de amor a nuestro favor. Esta es la razón por la que, es usual que, durante la cuaresma, las personas realicen penitencias, o se abstengan de alimentos.
Tengo un amigo que todos los años, durante este tiempo, y como un acto de penitencia personal, elimina de su dieta el consumo de dulces y postres. Me parece muy curioso que, si bien es cierto que se mantiene fiel a esta disciplina personal, finalizada la cuaresma, está listo para incorporar nuevamente todos los dulces y los postres que había abandonado. Si bien, la abstinencia de ciertos alimentos, entre otras prácticas, pueden ser favorables y en conformidad con nuestras creencias, el asunto es más profundo y por lo tanto, quiero hacerte una invitación que espero consideres.
¿Qué te parece si vivimos esta experiencia de la Cuaresma de manera diferente? ¿Qué te parece, si en lugar de enfocarnos en lo que dejamos, buscamos aquello que necesitamos incorporar en nuestras vidas? De esta manera, el valor estará, no tanto en lo que dejamos de hacer, sino en lo que nos comprometemos a ser, como hijos e hijas de Dios, en el anhelo de imitar a Cristo.
Te invito en este periodo de Cuaresma a, más que sacar, incorporar en tu vida y tus acciones, el perdón a quienes nos han ofendido; la paciencia ante situaciones que quisiéramos cambiar a nuestro beneficio; la apertura a escuchar con el corazón a las personas diferentes a ti, aún cuando no les puedas entender del todo; a mirar más allá de lo aparente, el dolor de la gente que no sabe cómo expresarlo, sino con molestia. Te invito a incorporar una fe, que permanece firme aún cuando las cosas no salen como esperas y a una esperanza que permanece inconmovible ante las situaciones más dolorosas. Te invito a llenarte de paz, de modo que seas de bendición a quienes te rodean. Sobre todo, en esta cuaresma, en tiempos duros y difíciles, te invito a creer, verdaderamente creer que, “ni la muerte, ni la vida,… nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro”.
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