Texto: Hechos 2: 43 – 47
El paradigma, el modelo por excelencia de lo que es ser comunidad de fe se encuentra en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La comunidad de fe que transpira de estos versos que leímos se distingue esencialmente por tres elementos esenciales: El primero es un espíritu de fiesta, de alegría. Una lee estos versos, cierra los ojos y puede imaginar a un grupo de personas, una familia, en celebración, en gozo, llena de júbilo. Lo segundo que se advierte con facilidad son unos signos claros de unidad; y, por último, un espíritu de servicio, de lo que es el testimonio inevitable de la fe; que es una manera desprendida y comunitaria de vivir.
El denominador común que estas personas tan diferentes compartían era el gozo de haber sido llamadas por Cristo Jesús. Este no era un gozo producto de una religión hueca. Lo que había transformado a este grupo de personas tan diferentes y les había dado un derrotero de alegría, de contentamiento en sus vidas era el encuentro del amor de Dios en Cristo con sus propias realidades y circunstancias.
La poquedad de Pablo se encuentra con la riqueza de Cristo que lo hace una persona nueva y le permite decir más adelante; “si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas...”
Esto es precisamente lo que le permite, a su vez, a esta iglesia, experimentar alegría a pesar de las circunstancias. Ellos y ellas se habían entregado en los brazos de un Dios que les había abrazado inexplicablemente; un Dios que no les había abandonado a su suerte. Por eso en las circunstancias más adversas podían alegrarse, no como producto de la resignación, sino como la mayor expresión de esperanza y confianza en un Dios amoroso que siempre cumple sus promesas.
El pasaje bíblico nos describe también a una iglesia que vive en unidad. Contrario a lo que algunas personas piensan, cuando se habla de unidad no se trata de homogeneidad, no se trata de que todas las personas sean iguales o piensen de la misma manera o que funcionen de forma parecida. Para vivir en unidad no es necesario que todos estemos “cortados por la misma tijera”.
Noten que las ocasiones cuando Pablo enfatiza la unidad lo hace utilizando la imagen de la diversidad del cuerpo. Sobre esto el apóstol Pablo señala que tiene diversos miembros, con diversas funciones y lo que se busca no es que todos realicen la misma función, sino que el cuerpo pueda funcionar efectivamente, es decir que se trabaje en armonía, dirigiéndose en la misma dirección.
La clave para la unidad está en comprender que el camino cristiano no es camino de conveniencia sino de convicción y de fidelidad al Dios que nos ha hecho familia, que nos ha hecho cuerpo, que nos ha hecho uno. No es buscar lo que conviene sino lo que es el propósito de Dios para todo el cuerpo.
La iglesia vive una vida plena en la medida que ha entendido lo que es vivir en unidad, sobrellevándose unos a otros; respetando el derecho a discernir y con humildad todos y todas buscar juntos cuál es la voluntad del Señor para todo el cuerpo de Cristo.
Más aún, la iglesia de Hechos es una iglesia que traduce su alegría y su unidad en servicio, porque el servicio es el testimonio inevitable de la alegría y de la unidad. La iglesia que aparece en Hechos es una que devuelve a otras personas lo que ha recibido de su Dios. No es una comunidad cerrada, es una que se extiende, que no es escasa, que alarga sus cuerdas para que otras personas puedan recibir el gozo, la gracia y el amor de su Señor.
No hay un relato en la escritura de lo que es vivir en Dios y reclamar que se tiene a Dios que no se traduzca en una preocupación genuina por la calidad de vida de otras personas. La iglesia es comunidad de fe que ha de dar libremente amor, respeto por la vida, compasión, apoyo, compañía en medio de la soledad, ánimo en medio del desánimo, esperanza en la desesperación, seguridad en la inestabilidad, ante el aumento de la violencia y de la muerte, la iglesia ha de ser oasis de paz y de vida.
Que el Señor nos permita ser una iglesia llena de alegría. Que el Señor nos impulse a caminar en unidad en la dirección de su propósito. Que el Señor nos ayude a ser instrumentos de su bendición y de su gracia ante este pueblo en medio del cual Él nos ha colocado. Que podamos ser y vivir como Él quiere para este tiempo y esta hora.
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